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viernes, marzo 29, 2024
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Indígenas panameñas reivindican igualdad de género en juegos ancestrales

Dieciséis mujeres -ocho de cada lado- halan fuertemente de una cuerda sobre un descampado, entre vítores y aplausos de un centenar de espectadores de la competición de soga en los Juegos Ancestrales Indígenas de Panamá.

Descalzas, visten largos vestidos tradicionales de manga corta y colores vivos: rojo, amarillo, rosado o azul, con algunos detalles geométricos o lineales. En su semblante se refleja el esfuerzo.

«Aquí venimos a demostrar que la mujer también tiene fuerza y tiene el derecho a la igualdad», dice a la AFP la indígena buglé Milka Juárez, una de las participantes en la competición de soga.

Pese al sudor, algunas mantienen la pintura tradicional de su etnia en el rostro. Con fuerza, se aferran al piso y tratan de evitar ser arrastradas por sus rivales hasta la línea que determina al perdedor.

«Nosotras podemos también, tenemos mucha fuerza, venimos de la montaña, allá los varones se caracterizan por halar leña, nosotras también lo hacemos y allá se hace, naturalmente, todos los días», añade Juárez.

La tercera edición de los Juegos Ancestrales Indígenas en Panamá, que busca rescatar las tradiciones de los pueblos originarios del país centroamericano, concluyó el sábado tras cuatro días de competiciones en las que participaron 250 personas de las siete etnias del país.

  • «Nos sentimos iguales» –

Los juegos se celebraron en la aldea Pueblo Nuevo, Burí, en la comarca indígena ngäbe-buglé, y en el puerto Chiriquí Grande, en la provincia de Bocas del Toro, 520 kilómetros por carretera al noroeste de Ciudad de Panamá.

Los competidores mostraron sus habilidades en tiro con arco y flechas, lanzamiento de lanza, carreras de 100 metros y 10 kilómetros, cargada de troncos, competición de soga, natación y canotaje.

Pero según organizadoras y participantes, la justa también permitió visibilizar la igualdad de género existente en sus remotas localidades.

«Nos sentimos iguales porque nosotras como mujeres también tenemos esa valentía, igual que el hombre, para competir», ahonda Mariana Marcusi, una indígena ngäbe.

En las montañas, la selva y zonas de difícil acceso, las indígenas realizan actividades que tradicionalmente son asociadas al hombre, como cargar troncos, cortar leña, pescar o cazar.

Por eso participan en los juegos ancestrales desde su primera edición, en 2017.

«Lo que hace el varón es casi igual, parecido a lo que hace la mujer, en ciertos aspectos», dice Juárez luego de halar la soga.

  • «Recordar a nuestros ancestros» –

En la carrera de troncos, las competidoras cargaron en el hombro un madero. Algunas levantaron sus vestidos para no pisarlos, mientras aceleraban para dar el pesado relevo a una compañera, entre risas y aplausos.

En el lanzamiento de arco y flecha, Belkis Moreno fue la gran triunfadora. Con seguridad tensó la cuerda del arco, apuntó al objetivo y dio al blanco.

«Yo fui la única que le pegó, la gran mayoría de los compañeros no le pegaron, no le acertaron», dice Moreno con orgullo a la AFP.

«Hoy por hoy no necesitamos el arco y la flecha para alimentarnos, pero sí de manera deportiva para recrearnos y recordar a nuestros ancestros», añade la indígena ngäbe.

A pesar de la rivalidad, surge la camaradería entre competidoras. Algunas se dieron masajes, mientras otras arengaron a sus compañeras cuando competían.

  • «No ha sido fácil» –

Estos juegos son «muy importantes porque convivimos en familia. Aquí donde estamos no hay distinción de etnias, razas ni lenguas, todos nos aceptamos por igual. Me siento muy contenta por el esfuerzo que nosotras hemos hecho como equipo y como mujeres», dice Marcusi a la AFP.

Las siete etnias indígenas reconocidas en Panamá (los ngäbe, los buglé, los guna, los emberá, los wounaan, los bri bri y los naso tjërdi) representan el 12% (417.000 personas) de la población del país centroamericano, de acuerdo al último censo oficial, de 2010.

Los juegos ancestrales «están demostrando que las mujeres tienen un protagonismo relevante» en sus comunidades, sostiene Sara Omi, presidenta de la Coordinadora de Mujeres Líderes Territoriales de Mesoamérica.

Omi, de la etnia emberá, asegura que «no ha sido una tarea fácil» lograr avances por la igualdad de las mujeres indígenas pero que aún quedan cosas por hacer.

«Los jóvenes están demostrando que la participación de la mujer es sumamente fundamental» para los pueblos indígenas, agrega.

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